Cada
mañana amanecemos con una nueva noticia sobre asaltos, secuestros, personas
desaparecidas, asesinatos, y es tan común que pienso que los ecuatorianos ya
nos estamos acostumbrando.
Pero
acostumbrarte a no ver a alguien nunca más que murió bajo el arma de un
delincuente, como resignarte, el Estado debe encontrar mecanismos para
precautelar la vida de sus ciudadanos.
Imponer
sanciones más severas para aquellos delincuentes que destruyen sueños,
familias, ya que detrás de cada víctima hay una familia que lo espera, en la
reforma que se plantea para el nuevo Código Penal, deberíamos exigir que se
tipifique la acumulación de penas, y que la justicia sea efectiva para no
permitir que se queden en la impunidad tantos crímenes.
Es
hora de unirnos en nuestros barrios, familias y agrupaciones en general, y
exigir que no solo se reconozcan nuestros derechos si no que se garanticen y se
cumplan, comenzando desde el más elemental y a la vez fundamental que es a la vida; seamos parte del cambio y
solución, no contribuyamos con mayor inseguridad.
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